
Me echo a la vida
de la misma forma
en que mis hermanas:
como única gota
que abrazase un incendio.
Me echo a la vida
y acaricio tu cabeza,
tengo la manía de recuperarte.
Anhelo la fuerza de tus gestos
que me aleja una vez más de los
fantasmas.
Alguien me dijo
que no se olvida,
alguien que canta
en su jardín.
1 comentario:
Hoy me siento más a tu lado. Tu poema me exalta y entristece con fuerzas iguales. A veces tú también me haces llorar, como ahora mismo. Algunas - nosotras casi siempre - no olvidamos, porque las cosas reales e importantes echan en nuestro interior raices hondas. Hay tantos jardines diferentes... Al final, no tengo claro quién gana o quién pierde. Ellos tienen otros mecanismos para sacudirse el vacio, pero tal vez sólo logren ahondar más en ese hueco frío.
Así que, sí, hermanas, echémonos a la calle; tomemos la calle; tomemos la vida. Agarrémosla de los mismísimos huevos....y ¡a por todas!. Nosotras tenemos la sabiduria antigua de la Tierra.
Solidaria y ovaricamente contigo siempre, tu vieja amiga
Carmen.
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